Mirada psicológica a las conductas delincuenciales
En Colombia se prende la alarma por actos delincuenciales. En la ciudad de Villavicencio se han presentado atracos que dejan un saldo de dos personas muertas y dos heridas en tan solo 15 días. El primer hecho ocurrió el 3 de agosto cuando dos delincuentes atracaron a un familiar del militar en retiro John Jeiler Vélez Cervera quien resultó lesionado con un arma de fuego al tratar de evitar el hurto. El otro caso tuvo lugar el pasado 12 de agosto en el cual perdió la vida un hombre de 57 años y otro de 50 años resultó herido, ambos con arma de fuego. La otra víctima, un hombre de 43 años, perdió la vida en un atraco en el otro punto de la ciudad.
Así como en Villavicencio, en otras ciudades y puntos del país tienen lugar acciones similares, por esto es necesario pensar las acciones delincuenciales desde una perspectiva psicológica. La conducta delictiva se aprende, esto se explica (entre otras) desde la teoría del aprendizaje social de Akers en 1997 donde menciona que se aprende por medio de cuatro mecanismos: el primero es la asociación diferencial donde la persona se identifica con personas que muestran hábitos y actitudes delictivas, el segundo es cuando la persona adquiere más definiciones que favorecen al delito que las que lo desfavorecen, el tercero es el reforzamiento diferencial de las conductas delictivas donde a mayor cantidad, probabilidad y frecuencia del refuerzo que obtiene una persona como resultado de su conducta delictiva, mayor probabilidad tiene de delinquir y finalmente se puede adquirir mediante la imitación de lo que ve y oye en pro de los comportamientos delictivos.
Hay algunos rasgos y características individuales que predisponen la conducta delictiva como: lesiones craneales, baja actividad en áreas del cerebro encargadas del control y el juicio valorativo, impulsividad, tendencia a buscar sensaciones que lleven al riesgo, tener baja empatía, baja afectividad ante estados de estrés, ansiedad o depresión, mayor o menor insensibilidad social, crueldad hacia otros y agresividad. Estas características combinadas con las propias experiencias facilitan la aparición de la conducta antisocial al presentar dificultades en los procesos de socialización y en el manejo de normas.
Otras investigaciones han demostrado que hay cierta relación entre las experiencias que tienen mayor grado de tensión, como los sentimientos de ira, venganza, apetito sexual, ansia de dinero y propiedades, desprecio hacia otras personas y la tendencia a cometer delitos, esto es sustentado por la Teoría general de la tensión al mencionar que:
- Las fuentes de tensión que pueden afectar a la persona son la imposibilidad de lograr objetivos sociales que considera positivos, ser privado de premios o gratificaciones que posee o espera, y ser sometido a situaciones negativas que no puede evadir.
- Después de presentar estas tensiones, aparecen emociones negativas, como la ira, que llevan a la persona a realizar conductas en pro de corregir la situación.
- La fuente de tensión suele ser corregida por conductas delictivas, disminuyendo esta sensación de estrés, ansiedad o depresión y así es como se afianza esta conducta.
El tratamiento para la prevención de conductas delictivas se basa en psicoeducar a los jóvenes que puedan tener factores de riesgo, sin embargo, esta no es la solución única ya que la delincuencia es un fenómeno complejo, multicausal y por ello requiere intervenciones que involucren el contexto, la cultura ciudadana, las políticas públicas entre otras. Esta psicoeducación se realiza en:
- Desarrollo de nuevas habilidades: Aprender nuevas habilidades y hábitos de comunicación no violenta, de responsabilidad familiar y laboral, de motivación y de logro personal. Para lograr esto, se refuerza al sujeto cada vez que realiza conductas que se acerquen a la esperada.
- Desarrollo del pensamiento: Personas con predisposición a conductas delictivas suelen presentar incapacidad para hallar solución cognitiva a los problemas interpersonales, por ende, se entrena en reconocimiento y definición de un problema, identificación de los propios sentimientos asociados al mismo, separación de hechos y opiniones, recogida de información sobre el problema y análisis de sus posibles soluciones y, finalmente, adopción de la mejor solución y puesta en práctica de la misma.
- Regulación emocional y control de la ira
Muchos delincuentes tienen dificultades para el manejo de situaciones conflictivas lo que genera descontrol emocional y agresión tanto verbal como física a otras personas, por eso, se entrena a los sujetos en todo lo anterior, se realiza autorregistro de ira y una jerarquía de situaciones en que la ira se precipita, relajación, entrenamiento en afrontamiento y comunicación en la terapia, y práctica en la vida diaria.
- Prevención de recaídas: Se debe tener en cuenta que se puede volver a caer en la actividad delictiva, por eso se pretende promover la generalización de los logros terapéuticos a los contextos habituales de la personas y de esta manera permitir que las mejoras se mantengan a lo largo del tiempo.
Para aprender más:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=77828302
Laura Vanessa Gonzalez Acero
Practicante de psicología en ASCOFAPSI