¿Cómo afrontar la navidad ante la pérdida de un ser querido?
La navidad se caracteriza por inspirar alegría mediante adornos, música, luces, cenas navideñas y momentos en familia, por esta razón para muchas personas es la época más esperada del año, pero para otras es la peor si se encuentran pasando por una situación complicada tanto física como emocionalmente, por ejemplo en el caso de las personas que perdieron a un ser querido. De esta forma, la navidad pasa a convertirse en un periodo de tristeza, nostalgia y oscuridad al tener el deseo de desaparecer para no tener que aparentar una alegría que en realidad no siente.
La muerte de un ser querido es tan dolorosa como herirse o quemarse gravemente, afectando la salud y el bienestar de la persona, por lo tanto, el proceso del duelo se ve similar al proceso de curación de una herida física, la persona necesita de un tiempo para volver a estar en equilibrio y sanar el dolor. En los casos en los que el familiar no ha podido tener ni ver el cuerpo del ser amado fallecido o desaparecido, ni ha podido enterrarlo, suele resultar más difícil la aceptación de la muerte como una realidad, lo mismo pasa cuando la muerte es inesperada, como por ejemplo por un accidente, en cambio, cuando la muerte es por causas naturales, la respuesta normal de la mayoría de la gente es la aceptación y las emociones negativas propias del duelo suelen disminuir hacia los seis meses de la pérdida.
Algunos de los síntomas que pueden presentar las personas que pasan por un duelo son: incredulidad, confusión, preocupación, sentir la presencia del difunto, alucinaciones visuales o auditivas, tristeza, enfado, culpa y remordimiento, ansiedad, soledad, apatía, desamparo, shock, añoranza, emancipación, alivio, insensibilidad, trastornos del sueño y/o de alimentación, distracción, aislamiento social, sueños o pesadillas, conductas de evitación, agitación, llanto, opresión en el pecho y/o garganta, vacío en el estómago, hipersensibilidad al ruido, falta de aire, debilidad muscular y falta de energía.
A pesar de que cada persona experimenta el duelo de forma distinta, existen unos patrones generales de respuesta o también llamadas fases, algunas personas no atraviesan o quedan atascadas en alguna de ellas o siguen un orden diferente. Las tres fases de un proceso típico de duelo en caso de una muerte inesperada son:
- Evitación: Cuando la pérdida es demasiado dolorosa para asimilarla, la persona queda aturdida y confundida, evitando aceptar la realidad y suelen decir “¡No puede ser verdad! Tiene que haber un error.
- Asimilación: Aquí está presente la soledad y la tristeza ya que la ausencia del ser querido comienza a notarse en el día a día y se suelen preguntar “¿Cómo voy a seguir viviendo sin esta persona a la que tanto quería?”
- Acomodación: La persona recupera su capacidad de funcionamiento normal, se logra una estabilidad emocional y vuelven los hábitos de sueño y alimentación normales, sin embargo, la añoranza del difunto puede perdurar durante años.
La persona que pasa por el duele debe realizar una serie de tareas para la adecuada adaptación a la pérdida:
- Aceptar la realidad de la pérdida: La negación de la pérdida es común incluso cuando la muerte es esperada y para poder avanzar en el proceso de duelo se debe creer la realidad del fallecimiento, esto se puede lograr regalado las posesiones del difunto y asistiendo a los rituales relacionados con la muerte.
- Elaborar el dolor de la pérdida: Toda pérdida de un ser querido conlleva dolor para el superviviente. Si este dolor es suprimido o evitado, prolongará el proceso del duelo, por lo que debe reconocerse y resolverse.
- Adaptarse a un mundo sin el fallecido: La persona se debe adaptar al entorno en que ya no está su ser querido siendo consciente de los roles que este desempeñaba, también debe adaptar su identidad personal fortaleciendo su autoestima y autoeficacia ya que ésta se ve afectada tras una pérdida, y también el doliente buscará un significado a su vida que dote de sentido a su pérdida.
- Hallar una conexión perdurable con el fallecido al embarcarse en una vida nueva: El doliente no olvidará al ser querido pero deberá continuar con su vida y hallar un lugar adecuado para éste en su aspecto emocional, que le permita establecer nuevas relaciones.
Alterno a esto puede buscar apoyo de familiares y amigos para sentirse acompañada, recuperar paulatinamente el ritmo de vida comenzando con actividades placenteras, permitirse estar en duelo sin aislarse completamente de sus obligaciones para que poco a poco retome su ritmo de vida. También es aconsejable que evite tomar decisiones importantes de forma precipitada, por ejemplo vender una casa, ya que después puede considerar que no fue acertada. Leer sobre el duelo puede ser una forma de reconocer o reflexionar sobre los propios sentimientos y el significado de lo sucedido.
Este proceso requiere un monto variable de tiempo y suele actualizarse en los momentos de aniversarios, cumpleaños, vacaciones, fiestas familiares, fiestas de navidad y de fin de año, oportunidades en las que se recuerda que el dolor por la pérdida del ser querido no ha terminado del todo.
Finalmente, cabe resaltar que afrontar el duelo es un proceso psicológico, no psicopatológico, porque la muerte forma parte de la vida y la vida no es una enfermedad. Estar transitoriamente triste (una situación emocional normal) no significa estar deprimido (un cuadro Clínico). Esto quiere decir que, en la mayor parte de los casos, la superación del duelo no requiere un tratamiento psicológico.El problema psicopatológico se presenta cuando la persona experimenta un sufrimiento extremo y permanente, cuando se encuentra el clínicamente deprimida y cuando no cuenta con recursos psicológicos suficientes o sus estrategias de afrontamiento son erróneas.
https://repositorio.unican.es/xmlui/handle/10902/8298
https://portal.edu.gva.es/wp-content/uploads/sites/1031/2021/10/DLFE-2408694.pdf
Para saber más:
Laura Vanessa Gonzalez Acero
Practicante de psicología en ASCOFAPSI