La trampa de la inflexibilidad: ¿Cómo liberarse de los patrones rígidos de pensamiento y comportamiento?

Imaginemos a una persona que insiste en tener el control absoluto sobre todas las decisiones y situaciones en las que se encuentra. Esta persona se niega a considerar las opiniones o sugerencias de los demás y se aferra a sus propias creencias y formas de hacer las cosas, sin estar dispuesta a adaptarse o cambiar. En una situación de grupo, por ejemplo, esta persona podría resistirse firmemente a cualquier tipo de cambio o propuesta que no se ajuste a su visión. Podría rechazar de manera rotunda las ideas de otros miembros del grupo sin siquiera considerarlas, lo que generaría tensión y dificultaría la colaboración efectiva. Además, podría ser poco tolerante a la crítica o a la retroalimentación para mejorar, interpretándola como una amenaza o una afrenta personal.

¿Has conocido personas así?, o tal vez ¿eres una persona con ese tipo de comportamientos? 

Según el ejemplo, una persona inflexible tiende a mostrar resistencia al cambio, insistencia en su punto de vista sin considerar otras perspectivas y dificultad para adaptarse a nuevas situaciones o ideas. Esto puede limitar su capacidad de crecimiento personal, colaboración efectiva y desarrollo de relaciones saludables. 

Inflexibilidad psicológica

En el estudio de Fernández y colaboradores (2022) se menciona que este término hace referencia a la tendencia de una persona a aferrarse a pensamientos, creencias o patrones de comportamiento rígidos, lo que dificulta su adaptación a nuevas situaciones y dificulta ajustar los pensamientos, emociones y comportamientos a la búsqueda de soluciones efectivas. Este tipo de comportamientos suele generar estrés, dificultades en las relaciones interpersonales y un deterioro del bienestar emocional. Además, se ha encontrado que la inflexibilidad psicológica está asociada con la depresión, la ansiedad y el malestar psicológico en general. 

Por otro lado, la flexibilidad psicológica es la capacidad de sentir y de pensar con apertura mental, de asistir voluntariamente a la experiencia del momento presente y de avanzar en las direcciones que son importantes para nosotros, al tiempo que forjamos hábitos que nos permiten vivir de un modo congruente con nuestros valores y aspiraciones.  Desde esta perspectiva, se trata de aprender a no evitar lo que nos resulta doloroso y a aproximarnos al sufrimiento, para poder vivir una vida llena de sentido y de propósito (Hayes, 2020).

Si pensamos en el “hacer”, suena poco creíble aproximarse al sufrimiento para mejorar, sin embargo, es algo que la ciencia ha constatado en los últimos cuarenta años desde la investigación en psicología. Desde la psicología, la inflexibilidad psicológica se ha venido trabajando por medio de uno de los modelos de intervención llamado terapia de aceptación y compromiso (ACT), la cual no trabaja en la disminución de los síntomas, sino que enfoca su atención en el “hacer”. Puesto que, lo que tiende a generar malestar y sufrimiento en el ser humano se ubica en cómo nos vinculamos y nos relacionamos con nuestros pensamientos, emociones, recuerdos y sensaciones). 

 

Según la investigación, es posible desarrollar flexibilidad psicológica mediante seis habilidades:

  • Defusión: Es decir, dejar de asumir como ciertos todos y cada uno de los pensamientos que surgen en la mente, y por tanto dejar de responder guiados por ellos. 
  • El desarrollo de una distinción entre lo que soy y lo que experimento: Tendemos a identificarnos con una imagen concreta de yo mismo, por el anhelo o necesidad de pertenecer y de conectar con el grupo con los demás.
  • Aceptación: Desarrollo de la habilidad de estar con la experiencia (emociones, pensamientos y sensaciones físicas) en lugar de evitarla. Aceptar significa tomar lo que te es dado, responsablemente, sin victimismo. Tendemos a evitar la experiencia interna desagradable por supervivencia. 
  • Presencia: Referida a ampliar la conciencia de lo que nos ocurre en cada momento, en lugar de estar atendiendo durante tanto tiempo al pasado o el futuro. La tendencia a escaparnos del presente, tiene que ver con nuestro anhelo o necesidad esencial de orientarnos.
  • Valores: Esta habilidad consiste en elegir los valores propios y no dejarse arrastrar por valores impuestos por la sociedad, la familia u otros grupos. Esta habilidad está ligada a la necesidad o anhelo esencial que tenemos los humanos de encontrar sentido o significado.
  • Acción: Actuar en dirección a los propios valores, en la dirección que uno elige, y dejar de actuar para al servicio de evitar sentirnos mal, aunque sea difícil. 

La tendencia a querer entenderlo todo racionalmente, nos lleva a plantear la vida como un problema a resolver, en lugar de como un proceso que hay que transitar, que vivir, y este planteamiento en sí mismo, nos hace pagar un alto precio psicológico.

Si quieres cultivar la flexibilidad desde sus distintas habilidades para prepararte psicológicamente para la vida, puedes iniciar considerando los siguientes cambios:

  • Practica la aceptación: Acepta que el cambio es una parte natural de la vida y que no siempre puedes controlar todas las circunstancias. Por ejemplo, tómate un momento y párate de pie frente al espejo. Tu cerebro empezará a enfocarse en todas las partes del cuerpo que desearías cambiar. Te vas a concentrar y a afirmar en voz alta que aceptas tu cuerpo como es, respira profundamente y acepta plenamente que la persona del espejo eres tú. Para cambiar algo debes dejar de negar su existencia.
  • Cultiva la conciencia plena: La conciencia plena te ayuda a estar presente en el momento actual y a aceptar tus pensamientos, emociones y sensaciones físicas sin juzgarlos ni tratar de cambiarlos. Por ejemplo, cuando tengas pensamientos negativos, intenta sentarte, respirar hondo y cerrar los ojos. Concéntrate en tu respiración cuando el aire entra y sale de tu cuerpo. Sentarse y respirar durante solo un minuto puede ayudar.
  • Cuestionar los pensamientos y creencias limitantes: Examina tus patrones de pensamiento y cuestiona aquellas creencias rígidas o limitantes que pueden obstaculizar tu capacidad para adaptarte al cambio. Identifica pensamientos negativos o autocríticos y reemplázalos por pensamientos más realistas y flexibles.
  • Desarrollar habilidades de afrontamiento: Aprende y practica técnicas de afrontamiento saludables, como la resolución de problemas, la comunicación asertiva y la regulación emocional. Por ejemplo, para tener una comunicación asertiva puedes usar una afirmación negativa que te permita ver cómodamente algún aspecto negativo de tu comportamiento sin sentirte a la defensiva. Acepta tu error, así: “Sí, tienes razón. No siempre escucho con atención lo que tienes que decir”.
  • Fomentar la flexibilidad en tu rutina diaria: Busca oportunidades para introducir cambios y variaciones en tu rutina diaria. Esto puede incluir probar nuevas actividades, explorar diferentes enfoques para realizar tareas o buscar perspectivas diferentes en situaciones desafiantes. 
  • Buscar apoyo terapeútico: es importante saber identificar cuando poseemos dificultades significativas que atentan contra nuestro bienestar. Si este es tu caso, te invitamos a qué inicies un proceso psicológico, en el cual podrás recibir orientación y estrategias pertinentes para tu caso particular. 

Adaptarse al cambio es un proceso gradual y requiere paciencia, rodéate de gente que te ayude en el proceso y disfruta mientras aprendes. Es un camino de altibajos, permítete cometer errores y aprende de ellos. Lo importante es dar el primer paso, tú decides con que pauta iniciar. 

 

Referencias

Fernández, C., Coto, R., Martínez, V., & Cuesta, M. (2022). Psychological inflexibility, anxiety and depression: The moderating role of cognitive fusion, experiential avoidance and activation. Psicothema. (34), 240-248.

Hayes, S. (2020). Una mente liberada: la guía esencial de la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Barcelona: Paidós.

Enith Daniela Villota Guevara