Cuando se reconoce en el entorno circundante un caso de violencia es normal que surjan algunas de las siguientes preguntas:
- ¿Por qué la víctima sigue con la persona maltratadora?
- ¿Por qué le cuesta denunciar o tomar alguna decisión en pro de su protección?
- ¿Por qué la víctima perdona a quien la maltrata?
- ¿Por qué la víctima esconde a su familia y red de apoyo que está siendo maltratada?
Sin embargo, cuando se está fuera de la situación de violencia, se considera sencillo tomar medidas y decisiones contundentes frente al maltrato que se percibe, no obstante, se debe tener en cuenta que la relación no inicia desde la violencia, ni la agresión; sino por el contrario, frecuentemente el principio es narrado como “una etapa maravillosa”. Lo que sí ocurre en el inicio es que el agresor va generando estrategias de control encubiertas, que suelen ser confundidas con actos de protección o muestras de amor. Por ejemplo (“Me venía a buscar siempre al trabajo”, “Estaba siempre pendiente de con quién me encontraba”, “No paraba de llamarme y sabía mis horarios”…), estos actos no son problemáticos en sí, pero contienen el indicador de control que con el tiempo se puede volver perjudicial para el vínculo.
La violencia no se desata de manera inmediata, esta
comienza de forma sutil y aumenta progresivamente. Pero, lo más importante, es que el aumento es tan tenue que pasa desapercibido y se va normalizando como parte de la relación, de forma que cuando llegan las agresiones “mayores” las víctimas tienen anulada su capacidad de reacción.
Para entender la naturalización o sobreadaptación de la violencia o condiciones amenazantes recurriremos al uso de la analogía de la rana hervida que explica bien este accionar:
Si arrojas una rana a una olla de agua hirviendo, esta se da cuenta de que se quema y saltará
inmediatamente fuera, para salvarse. Sin embargo, si la echas en agua fría y vas subiendo la temperatura poco a poco, la rana se irá aclimatando, no se dará cuenta por el agotamiento progresivo, llevándola a su propia muerte.
Mecanismos de control
Estos mecanismos atentan contra la integridad psíquica, el bienestar y la autoestima de la persona maltratada. En el estudio La naturalización de la violencia en el entorno familiar y su reproducción en el noviazgo, se han delimitado este tipo de conductas los cuales se mostrarán en la siguiente pirámide de violencia:
Por otro lado, en el desarrollo de esta investigación, se evidenció que la naturalización de las prácticas violentas se puede generar en tres momentos de interacción:
- Al ver el vínculo de los padres,
- En la interacción entre padres e hijos
- En las relaciones de pareja propias.
Partiendo de estos tres contextos, se demostró que puede haber una naturalización de conductas de maltrato, pero al no reconocerlas como violentas, se integran en la conducta como prácticas normalizadas, reproduciéndolas o permitiéndolas como parte del capital cultural de la persona. A esto se le suma que, determinados preceptos y mandatos acerca de la tolerancia, el altruismo, la autoexigencia, la perfección, la aceptación, el sacrificio, la empatía pueden ser, en su justa medida, verdaderas cualidades, pero en dosis excesivas, estas mismas cualidades, se transforman en mecanismos que impiden reaccionar a lo que nos daña.
Naturalización de la violencia
Esta se funda en la articulación de dinámicas socioculturales que delegan tanto a hombres como a mujeres preceptos de género diferenciados, desiguales e inequitativos; que sirven como mecanismos de regulación social. Esos instrumentos simbólicos violentan porque desarticulan emocional y mentalmente la autoestima de la víctima, con el fin de reproducir la dominación del agresor. Adicionalmente, estos ataques psicológicos al ser imperceptibles como violencias, se inmiscuyen y ganan arraigo en las formas de vincularse de los individuos, haciéndose parte de su rutina, al grado de normalizarlos, no nombrarlos como actos violentos y por ende perpetuarlos. Sumado a esto, la mayoría de la población tiene la falsa creencia y sólo identifica la violencia cuando es física.
Un estudio de la Delegación de Gobierno para la Violencia de Género en España ha publicado que en promedio las mujeres tardan, 8 años y 8 meses en verbalizar la situación de vulnerabilidad, cabe aclarar que NO es denunciar, sino es ser capaz de contar lo que le sucede. Pues el maltrato deja consigo una serie de consecuencias psicológicas negativas en las víctimas como:
- Baja autoestima.
- Sentimiento de incapacidad para afrontar la vida sin la otra persona.
- Dependencia emocional y económica.
- Sentimiento de culpa y vergüenza.
- Miedo a la reacción del agresor, a que otros sufran, a no ser creída.
Además, identificarse como víctima es un proceso difícil, pues muchas veces para abandonar la relación hay que enfrentar una serie de obstáculos no menores: Afrontar la vergüenza de contar que la persona que han elegido les está maltratando, daña el autoconcepto y les devuelve una imagen negativa de sí mismas. Además, enfrentar juicios sociales y cuestionamientos revictimizantes (“Cómo puedes aguantar eso”, “Parece que te gusta que te maltraten”, “No puedo creer lo que me dices” …), ponen una barrera para comunicar lo que sucede.
Lo que la mayoría de víctimas desconoce es que cuando la violencia se hace más frecuente y severa, se desarrollan síntomas depresivos, apatía, indefensión y desesperanza.
Lo que implica que no actuar a tiempo pueda causar daños irreparables en su salud y, en un caso extremo, la muerte. Por todo ello, si conoces a una persona que se encuentre en una situación de vulnerabilidad o eres quien se encuentra haciendo parte de ella te recomendamos:
- Busca un lugar seguro donde estar. Encuentra un refugio (lugar donde te sientas protegida/o).
- Busca ayuda profesional. Un psicólogo o terapeuta puede ayudarte a procesar el trauma de la violencia adquirir confianza en las propias percepciones, validación emocional. y a desarrollar estrategias para afrontarlo,
- Únete a un grupo de apoyo. O crea tu propia red con aquellas personas que te generan confianza y contención en los momentos de dificultad.
- Denuncia la violencia a las autoridades pertinentes.
Te dejamos algunas líneas de atención en Colombia que pueden ser de ayuda:
- Línea Nacional de Violencia Doméstica: 155
- Línea de la fiscalía general de la Nación: 122
- Línea de Atención a Víctimas de Violencia Sexual: 122
- Línea de la Policía Nacional: 123
- Línea de Atención en Salud Mental: 106
Recuerda que no estás sola/o. Hay muchas personas que pueden ayudarte a superar esta situación, sin juzgarte en el proceso.
Referencias
De Mujeres Rurales, F. D. A. (2021). Mujeres víctimas de violencia de género en el mundo rural. Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.
Martínez, M. (2021). La naturalización de la violencia en el entorno familiar y su reproducción en el noviazgo. Latinoamericana de Estudios de Familia, 13(1), 117-136.
Enith Daniela Villota Guevara
Psicóloga