Cómo fortalecer el trabajo conjunto entre padres y escuelas
La importancia de la relación entre familia y escuela
Existe una creencia popular de que la escuela es la única responsable de educar a los niños. Sin embargo, la educación debe ser un esfuerzo conjunto entre familia y escuela. Desde el primer momento de vida, los padres juegan un papel fundamental en la formación de sus hijos, y su colaboración con la escuela es esencial para el desarrollo integral de los niños.
Según Torres Herrera et al. (2024), la familia y la escuela son instituciones clave en la formación del individuo. Mientras que la familia ofrece un conocimiento basado en la intuición y la experiencia, la escuela proporciona una estructura técnica basada en la pedagogía. Ambas cumplen un rol fundamental en la construcción de la identidad y en la promoción de la salud mental en las primeras etapas del desarrollo.
El impacto del entorno familiar en el desarrollo del niño
Para Domínguez (2011), la familia es el primer espacio donde el ser humano empieza a desarrollar su identidad y establecer interacciones afectivas. Es en el entorno familiar donde los niños aprenden normas y conductas que posteriormente serán reforzadas en la escuela.
A pesar de que la familia es el primer grupo de referencia para el desarrollo psicoemocional del niño, la escuela también desempeña un papel crucial. Según Sirotnik (1994, como se cita en Torres Herrera, et al., 2024), la interacción con pares, figuras de autoridad y normas escolares contribuyen a la transformación del individuo y su desarrollo intelectual y personal. Este proceso es esencial para su adaptación y participación en la sociedad.
La relación entre escuela y familia en la construcción de identidad
El paso por la escuela representa un punto de crisis en el desarrollo del niño, especialmente en aspectos como la identidad y la socialización. Pedraza et al. (2017, como se cita en Torres Herrera, et al., 2024) destacan que, a medida que el niño se adapta al entorno escolar, se generan puntos de unión entre la escuela y la familia que favorecen su crecimiento y bienestar emocional.
La familia aporta el marco emocional y los valores fundamentales que guían el comportamiento del niño, mientras que la escuela complementa esta formación con conocimientos estructurados y experiencias sociales diversas. Cuando ambas instituciones trabajan en conjunto, se refuerza la autoestima del niño, su sentido de pertenencia y su capacidad para enfrentar los desafíos propios del desarrollo.
Además, la colaboración entre la escuela y la familia facilita la identificación temprana de dificultades emocionales o de aprendizaje, permitiendo una intervención oportuna y efectiva. La implementación de estrategias como reuniones periódicas, programas de orientación y talleres conjuntos promueve un ambiente de confianza y apoyo mutuo, fortaleciendo la construcción de una identidad sólida en el niño.
En este sentido, la escuela no solo debe enfocarse en la transmisión de conocimientos académicos, sino también en crear espacios que fomenten el diálogo y la participación de los padres en el proceso educativo. Este trabajo conjunto resulta esencial para que los niños desarrollen una identidad equilibrada y una mayor seguridad en sí mismos.
El paso por la escuela representa un punto de crisis en el desarrollo del niño, especialmente en aspectos como la identidad y la socialización. Pedraza et al. (2017, como se cita en Torres Herrera, et al., 2024) destacan que, a medida que el niño se adapta al entorno escolar, se generan puntos de unión entre la escuela y la familia que favorecen su crecimiento y bienestar emocional.
Sin embargo, no es posible lograr una construcción completa de la identidad sin un ambiente familiar que brinde las bases necesarias. La escuela ha evolucionado para incluir no solo conocimientos académicos, sino también el desarrollo de habilidades para la vida, valores y educación emocional.
La corresponsabilidad en la educación
Para alcanzar una educación integral, es necesario que la familia, la escuela y la comunidad asuman una responsabilidad compartida en la formación del niño. La implementación de talleres psicoeducativos y programas de salud mental en el ámbito escolar ha demostrado ser efectiva para fortalecer esta relación (Abarca Martínez & Galicia Vásquez, 2011, como se cita en Torres Herrera, et al., 2024).
Debido a esto, se considera que la escuela debe ser vista como un centro de salud integral, que no solo protege la salud de los estudiantes, sino también la de sus familias. La participación de los padres en actividades escolares y su vinculación con los docentes son factores clave para mejorar los resultados académicos y el bienestar de los estudiantes ( Torres Herrera, et al., 2024).
El impacto de la familia en el rendimiento escolar
Diversos estudios han demostrado que la participación de los padres tiene un impacto positivo en el desempeño académico de los niños. Razeto (2016) resalta que la relación entre la familia y la escuela influye en los logros educativos. Investigaciones como las de Deal y Peterson (2009) y Harris (2009) concluyen que la participación activa de los padres mejora el rendimiento de los estudiantes y la gestión escolar (Torres Herrera, et al., 2024).
Modelos de participación parental en la educación
Goodall y Montgomery (2014, como se cita en Torres Herrera, et al., 2024) proponen un continuo entre el involucramiento y el compromiso parental, estableciendo tres niveles. Para fortalecer la relación entre familia y escuela, es fundamental fomentar una comunicación abierta, promover espacios de encuentro y capacitación para los padres, y generar estrategias que faciliten su participación activa en el proceso educativo de los niños.
- Involucramiento parental con la escuela: Los padres participan en actividades organizadas por la institución, pero con un rol pasivo.
- Involucramiento parental con la educación: Existe un intercambio de información entre los padres y la escuela, promoviendo un rol activo en el aprendizaje de los niños.
- Compromiso parental con el aprendizaje: Los padres toman decisiones y se involucran activamente en la educación de sus hijos, independientemente de la escuela.
Por otro lado, Epstein (1992, como se cita en Torres Herrera, et al., 2024) sugiere que las instituciones deben desarrollar estrategias diferenciadas e iniciales para involucrar a las familias desde los primeros años de escolaridad. Entre estas estrategias se encuentran la comunicación efectiva, la participación en la toma de decisiones y la colaboración con la comunidad.
Conclusión
El fortalecimiento del trabajo conjunto entre padres y escuelas es fundamental para garantizar el desarrollo integral de los niños. La evidencia sugiere que la participación de los padres influye en el rendimiento académico y en la salud mental de los estudiantes. Por ello, es esencial implementar estrategias que fomenten una relación más cercana y colaborativa entre ambas partes.
Referencias
- Torres Herrera, V. ., López Ardila, S. ., Jessie Archbold, M. J. ., & Rodríguez Bustamante, A. (2024). Familia y escuela: perspectivas desde la salud mental en la adolescencia. Poiésis, (46), 33–56. https://doi.org/10.21501/16920945.4719
- Razeto, Alicia. (2016). El involucramiento de las familias en la educación de los niños: Cuatro reflexiones para fortalecer la relación entre familias y escuelas. Páginas de Educación, 9(2), 184-201. Recuperado de http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-74682016000200007&lng=es&tlng=es.
¿Y tú qué opinas?