¿Estoy conectado emocionalmente?
Antes de empezar, responde las siguientes preguntas:
- ¿Qué cosas te hacen reír?
- ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste avergonzado o avergonzada? (¿Qué ocurrió? ¿Cómo manejaste la situación?)
- ¿Qué actividades te entusiasman?
- ¿Qué cosas te hacen enojar?
- ¿Cuán cómodo o cómoda te sientes al pedir ayuda a otras personas?
¿Fue sencillo responder? Te lo preguntamos porque hay personas a las que se les dificulta reconocer sus emociones y presentan una desconexión emocional, lo que puede ser la base de dificultades como: represión, negación, bloqueo o desconocimiento emocional. Esta desconexión funciona como un mecanismo de defensa que provoca dificultades para conectarse emocionalmente con uno mismo y con los demás.
Hay algunas señales que pueden alertarnos frente a esta desconexión:
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Presentar comportamientos de desapego y falta de empatía hacia los demás y hacia uno mismo.
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Sentirse emocionalmente adormecido y/o confuso.
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Tendencia a mostrar una gran racionalidad ante situaciones con carga emocional, infravalorando las emociones, tanto las propias como las de los demás.
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Presentar dificultades para establecer relaciones profundas.
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Dificultad para identificar y nombrar lo que se está sintiendo.
Esto se presenta porque vivimos en una sociedad que considera a las emociones como un factor irracional, y eso lleva a muchas personas a despreciar el ámbito afectivo, y con ello distanciándose de la meta de mejorar como personas. Lo cierto es que las emociones forman parte del ser humano y tienen una función adaptativa importante, por lo que hay que aprender a reconocerlas, aceptarlas y gestionarlas.
¿Qué son las emociones?
Benavides y Flores (2019) mencionan en su estudio que, las emociones son reacciones naturales que alertan a la persona ante determinadas situaciones que implican peligro, amenaza, frustración, etc. Estas emociones conllevan una serie de reacciones fisiológicas (como el aumento del ritmo cardiaco o respiratorio y tensión muscular) y representan modos de adaptación del individuo cuando percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo relevante. Según Leperski (2017) existen seis emociones básicas:
- Alegría: hace que repitamos conductas que nos han hecho sentir algo placentero.
- Miedo: nos protege ante peligros físicos o psíquicos.
- Ira: destruimos obstáculos para conseguir nuestros objetivos.
- Sorpresa: buscamos soluciones nuevas en situaciones diferentes.
- Tristeza: integramos un daño en nuestra historia personal sin llegar a hacer daño.
- Aversión: rechazo hacia aquello que es perjudicial para uno mismo.
Lo emocional existe para avisar lo que ocurre a nuestro alrededor de una manera rápida e intuitiva, sin necesidad de que nos detengamos a pensar sobre ello de manera activa y deliberada.
Para iniciar un trabajo activo de reconocimiento emocional, que permita la adaptación a las actividades del día a día, necesitarás aprender sobre gestión emocional.
¿Qué es la gestión emocional?
Bisquerra y Pérez (2007) la definen como el conjunto de procesos psicológicos que hacen que las personas logren identificar las propias emociones, sin ánimo de controlarlas sino de reconocerlas y saber ajustarlas para mantener una estabilidad mental. Dicha capacidad nos ayuda a manejar las emociones de forma apropiada. Para ello, los propios sentimientos y emociones a menudo deben ser regulados, esto incluye: la regulación de la impulsividad (ira, violencia, comportamientos de riesgo); tolerancia a la frustración para prevenir estados emocionales negativos (ira, estrés, ansiedad, depresión) y perseverar en el logro de los objetivos a pesar de las dificultades.
¿Cómo manejo las emociones?
Daniel Goleman (2018), propone que la inteligencia emocional es un proceso psicológico que te ayudará en el proceso de saber distinguir y manejar las emociones en todo momento y contexto. Las investigaciones han confirmado que la inteligencia emocional ayuda a:
- Mejorar el conocimiento de uno mismo y de sus emociones.
- Tomar mejores decisiones.
- Mejorar el rendimiento en el trabajo y la productividad.
- Reduce y protege contra el estrés, la ansiedad y la depresión.
- Favorecer las relaciones interpersonales y la empatía.
- Mejorar el desarrollo personal.
- Favorecer el bienestar psicológico.
- Aumentar la motivación y ayuda a alcanzar las metas.
¿Cómo logramos esto?
A continuación, te proponemos algunas estrategias para que puedas empezar a mejorar en este campo.
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Escribe un diario de emociones y toma conciencia de éstas. El autoconocimiento emocional es fundamental para la gestión emocional, es por esto que te recomendamos tomar un tiempo para escribir en la mañana cómo te sientes, qué tantos compromisos tienes que cumplir en tu jornada y cómo te vas a organizar y en la noche realizar una revisión de lo qué ocurrió en tu día y escribir algunas anotaciones de cómo mejorar o retroalimentar tu proceso. Esto te ayudará a identificar qué sientes y cómo te afectan las emociones, para aprender a regularlas.
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Acéptate tal y como eres desprendiéndote de los complejos. Puede que en ese descubrimiento personal queden revelados aspectos de tu vida que no te gustan o que te cuesta ver como positivos. Identifica cuales son aquellas características de tu cuerpo o tu comportamiento que te hacen sentir inseguro, puedes hacer un listado para tenerlas presentes e identifica cuales puedes mejorar y cuales debes aprender a aceptar (por ejemplo, tengo grasa acumulada en mi vientre, si este es un motivo de complejos podrás empezar a ejecutar acciones como actividad física y mejora en la dieta para que puedas cambiar esta condición)
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Focalízate: No le des protagonismo a los pensamientos negativos: Las emociones no tienen valor negativo o positivo, pero hay algunas que causan un gran malestar, por lo que tendemos a evitarlas. La solución no es mirar para otro lado, si ya has hecho un trabajo de detección de las emociones que sientes, analízalas y déjalas pasar. Para gestionar y regular las emociones debemos tener una actitud resolutiva, sin juzgarnos de manera injusta con tal de usar la culpa como excusa para no atrevernos a avanzar, etc.
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Retírate a tiempo: Las emociones suelen ocurrir porque un estímulo externo las dispara. A veces, la mejor alternativa es no permanecer en la zona de conflicto y tomar la decisión de retirarse a tiempo. Por ejemplo, si alguien te está provocando, indícale a la persona que la situación te está desbordando, debes retirarte y regularte para continuar comunicándote adecuadamente. Retirarte, es una decisión emocionalmente inteligente.
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Aprende a aceptar las críticas: El bienestar emocional nace dentro de uno mismo, de la propia interpretación del mundo. Aprender a encajar las críticas y trabajar en ellas es necesario para ser una persona emocionalmente equilibrada.
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Libera la tensión con actividad física: Es una de las alternativas más saludables no solamente a nivel físico, sino también psicológico. El ejercicio físico te ayuda a reducir el estrés y aumentar tu autoestima.
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Practica la escucha activa: Si quieres entender mejor las emociones de los demás puedes practicar la escucha activa. Para ello: evita interrumpir, escucha a tu interlocutor sin emitir juicio; intenta parafrasear y resumir para dar cuenta que prestas atención y para evaluar si lo que entendemos, es lo que la otra persona está intentando comunicar; muestra un comportamiento no verbal positivo (evita cruzar las piernas o los brazos) y haz preguntas específicas y abiertas.
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Asiste a terapia: Una de las mejores maneras de convertirte en una persona emocionalmente inteligente es a través de la formación y el autorreconocimiento, las pautas anteriores son indicaciones básicas, sin embargo, si consideras que requieres un seguimiento profundo sobre el manejo emocional, te invitamos a contactar a un profesional para iniciar un proceso terapéutico.
Al emprender el camino de autoconocimiento para desarrollar la inteligencia emocional necesitamos trabajar arduamente, identificando nuestras emociones, aceptándolas y desarrollando la atención y conciencia emocional. Aunque es arduo el proceso, este camino te enseñará a reconocer tus emociones y saber decidir y actuar mejor.
¿Cuéntanos qué estrategia te pareció más adecuada para iniciar tu proceso de cambio?
Referencias
Benavidez, V., y Flores, R. (2019). La importancia de las emociones para la
neurodidáctica. Wimb lu, 14(1), 25-53.
Bisquerra, R., y Pérez, N. (2007). Las competencias emocionales. Educación XXI, 61-
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Goleman, D. (2018). Inteligencia emocional en la empresa (Imprescindibles). Conecta.
Leperski, K. G. (2017). El paradigma de las emociones básicas y su investigación. Hacia la
construcción de una crítica. In Acta Académica IX Congreso Internacional de investigación de Psicología, Universidad de Argentina, Facultad de Psicología, Argentina. Recuperado el (Vol. 9, pp. 000-067).
Enith Daniela Villota Guevara