Aceptación y Compasión: como formas de cuidado y protección
Toda persona ha pasado por algún tipo de dolor emocional en algún momento de la vida, por ejemplo, una ruptura amorosa, la pérdida de algún ser querido, del sentido de la vida, del trabajo, las altas exigencias impuestas por otros o por uno mismo, etc., entonces, debemos prepararnos para superar el sufrimiento y la adversidad.
El sufrimiento, aunque está inmerso en una connotación negativa y de malestar, también aporta algunos beneficios, como madurez, fortaleza y experiencia. En consecuencia, reconocer su importancia, nos permite transitar el camino de la aceptación. Aunque culturalmente, se nos ha enseñado a buscar el placer y evitar el dolor, es indispensable también aprender a enfrentamos al sufrimiento, pues generalmente, lo vemos como una interrupción frente al plan de progreso y felicidad, por lo que lo reprimimos o buscamos soluciones rápidas para liberarnos de él. No obstante, el monje tibetano Khenchen Konchog Gyaltshen Rinpoche enumera cuatro beneficios del sufrimiento que debemos tener en cuenta:
- Sabiduría: pues el carácter se desarrolla pasando por la experiencia de la prueba y para clarificar la visión, inspirar la ambición y alcanzar el éxito.
- Resistencia: El sufrimiento nos hace más capaces de superar las dificultades.
- Compasión: En donde el sufrimiento permite dar el paso a la empatía, y a conocer el sentir de la otra persona.
- Respeto de la realidad: debido a que una experiencia dolorosa hace evidente nuestras limitaciones. Aprender a ver con humildad y aceptación las propias limitaciones nos da mayor libertad.
Pregúntate a ti mismo ¿Cómo actúas ante las dificultades?
Raramente nos detenemos a cuestionarnos sobre nuestras vidas, pero, una situación difícil, nos lleva a reflexionar sobre nuestras experiencias y puede hacernos más resistentes, más capaces para superar la adversidad. Sin embargo, cuando experimentamos dificultades en alguna área de nuestra vida (personal, pareja, social, trabajo, familiar), tendemos a aumentar los pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales que experimentamos. Estos son aversivos, dolorosos y desagradables. Y es por esta razón, que se busca no experimentar dolor o sufrimiento, evitando y controlando este tipo de experiencias, sustituyéndolas por beber alcohol, intentar eliminar el pensamiento, ignorar la experiencia, salir a correr, ver series, desconectar, etc. Al evitar dichas experiencias la persona se ve atrapada en el sufrimiento.
Ante este malestar, hoy te proponemos desde la mirada psicológica:
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- Aceptación como alternativa
Aceptar no es aguantar, resignarse o tolerar, sino elegir afrontar las experiencias tal y como suceden, tal y como son, siendo plenamente consciente y con una actitud de curiosidad y apertura. Por tal razón es el planteamiento de una postura de disposición abierta, flexible y receptiva con respecto a la experiencia.
Adoptar una postura de aceptación, permite que los pensamientos, recuerdos, sensaciones corporales y emociones vayan y vengan sin hacer nada al respecto. Así, se facilita que las personas atiendan y puedan contactar con su propia experiencia en lugar de evitarla.
Por ejemplo, para comprender tus sentimientos, puedes conectarte con tu cuerpo y con tus emociones. Reconociendo el estado actual de tu cuerpo (qué me duele, qué me incomoda…), reconoce tus emociones y lo que sientes (estoy feliz, triste, avergonzado…), permitiéndole a la emoción expresarse (quiero llorar, gritar…). ¡No te reprimas!
2. Compasión
En latín la palabra compasión significa sufrir de manera conjunta. Es una capacidad para empatizar con el sufrimiento de otros, aunque la compasión va más allá de la empatía. En ambos nos identificamos con los sentimientos de los demás, pero en la compasión además existe la intencionalidad de poner fin al sufrimiento del otro. Nos volvemos agentes activos.
¿Qué beneficios tiene sentir compasión?
- Desarrollo de la empatía. Permite identificar los sentimientos del otro.
- Disminución del egoísmo.
- Reducción de la preocupación por cosas poco importantes.
- Aumento de la humildad. Podemos darnos cuenta de que todas las personas tienen defectos y virtudes, incluso nosotros mismos.
- Incremento de sentimientos positivos.
¿Cómo construimos la compasión?
La compasión incluye una emoción que tiene aspectos negativos, porque supone entrar en contacto con el sufrimiento y eso genera malestar. Sin embargo, la percepción del sufrimiento es una condición previa para sentir compasión. Para ejercitar la compasión te sugerimos:
- Percibir el sufrimiento: lo que implica estar abiertos a la experiencia de lo que ocurre a nuestro al redor y a darnos cuenta de lo que les pasa a los demás con amplitud de mente y curiosidad. y elegir con más libertad nuestra actuación en esos momentos.
- Evaluar: implica revisar las herramientas que tenemos a disposición para afrontar la situación.
- Sentir compasión (Disposición activa de ayuda): capacidad de vivir plenamente los sentimientos y pensamientos negativos que surgen al entrar en contacto con el sufrimiento, propio o ajeno.
- Actuar: comprometernos en la ayuda del que sufre.
Es importante tener presente que, para poder ayudar a los demás primero tenemos que sentirnos bien nosotros. Para ser compasivos en primer lugar tenemos que ser autocompasivos. Y es que, ante la autocompasión, es necesario aprender a aceptarnos, no juzgarnos y conectar con nuestros propios sentimientos y necesidades.
Y tú, ¿estás dispuesto a implementar la aceptación y compasión como estrategias de cuidado y protección? Cuéntanos qué otras alternativas se te ocurren para protegerte a ti y a otros en momentos de adversidad y sufrimiento.
Referencias
Araya, C., & Moncada, L. (2016). Auto-compasión: origen, concepto y evidencias preliminares. Revista Argentina de Clínica Psicológica, 25(1), 67-78.
Auserón, G. A., Viscarret, M. R. E., Goñi, C. F., Rubio, V. G., & Pascual, P. P. (2018). Evaluación de la efectividad de un programa de mindfulness y autocompasión para reducir el estrés y prevenir el burnout en profesionales sanitarios de atención primaria. Atención primaria, 50(3), 141-150.
Germer, C., & Simón, V. (2011). Compasión y autocompasión. Aprender a practicar mindfulness. Barcelona.