Entre Paredes y Posibilidades: Entornos Educativos desde Psicología Ambiental

Entre Paredes y Posibilidades: Entornos Educativos desde Psicología Ambiental

Loris Malaguzzi, maestro y pedagogo italiano, menciona 3 factores que posibilitan el aprendizaje. Como primer factor se encuentran padres, adultos y maestros; el segundo factor son los pares y compañeros; y el tercer factor, denominado como “el tercer maestro”, es el lugar donde se da la experiencia de aprendizaje, ya que el entorno influye en cómo los niños adquieren el conocimiento (Páramo y Burbano, 2020).

Se ha encontrado que el lugar en el que estamos afecta cómo nos sentimos. Situaciones como estar en un lugar lleno de gente, ruido, temperatura incómoda o sin contacto con la naturaleza pueden afectarnos. Lo mismo sucede con los lugares donde se aprende tales como colegios o universidades. Si los salones de clases están mal diseñados, con tableros mal colocados, muebles incómodos o una mala iluminación, eso puede afectar negativamente el comportamiento de quienes se encuentran allí.

Mokhtar y otros autores (2016) hacen alusión al impacto de las condiciones físicas del ambiente en el que adquirimos conocimiento. El entorno influye en las personas y en cómo aprenden, pero es difícil determinar de qué modo y cómo medir su influencia. De este modo, se sugiere cambiar la forma en que se ven y utilizan los espacios (como salones de clases, áreas de estudio, etc.) en el contexto de la educación. En lugar de considerarlos simplemente como lugares físicos para contener a los estudiantes, se propone pensar en ellos como herramientas activas y efectivas para mejorar el proceso educativo. La idea es aprovechar al máximo esos espacios, transformándolos en instrumentos valiosos que contribuyan significativamente a la enseñanza y el aprendizaje.

Aquí te mencionamos los elementos esenciales que mencionan los autores para tener buenos entornos de aprendizaje al momento de su construcción y adaptación:

  1. Proporciones del espacio: Las proporciones del entorno de aprendizaje también influyen. En diversos estudios se ha encontrado que los techos altos animan a pensar con mayor libertad ayudando a pensar en términos de conceptos generales, patrones o principios, más que en situaciones específicas. A diferencia de los techos bajos que posibilitan el desarrollar un pensamiento más minucioso y exacto. Por ello se proponen pautas para el diseño de los espacios educativos, recomendando techos altos para las zonas comunes o recepción y techos bajos para las zonas donde se desarrollan actividades que exigen reflexión.
  2. Iluminación del Entorno: La luz natural permite que haya un mejor resultado en los alumnos. Las aulas con baja intensidad de luz hacen que se presenten alteraciones en los niveles de cortisol, una hormona regulada por los ritmos circadianos del organismo. Los niños que no duermen suficientes horas y desarrollan su actividad escolar en aulas con iluminación deficiente pueden sufrir descompensaciones como malestar general e irritabilidad, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, lapsus verbales y de memoria. Esto explica los problemas de aprendizaje que presentan algunos niños en aulas con malas condiciones de iluminación o donde se usaban pizarras digitales de forma intensiva. La iluminación de los entornos educativos es crítica porque inspira seguridad; cuando esta es deficiente, se pueden experimentar sensaciones de ansiedad y estrés. 
  3. Ubicación y Relación con el Exterior: La sobrecarga de estímulos de la ciudad afecta a nuestra atención y nos provoca un sobreesfuerzo y fatiga mental. La naturaleza, por el contrario, ejerce una labor restauradora al concentrar al mínimo los estímulos, reduciendo la carga de la atención y aumentando la agudeza mental. Desviar la vista hacia el exterior a través de la ventana es considerado tradicionalmente como distracción. Sin embargo, cambiar la atención durante unos instantes a objetos naturales situados a una distancia de 15 metros, relaja la vista y ayuda al cerebro a recuperar su capacidad de concentración. La incorporación de la naturaleza enriquece las tres dimensiones: física, cultural y emocional en las comunidades educativas. 

 

La importancia de proporcionar entornos adecuados para el aprendizaje se revela como un factor crucial en el desarrollo integral de individuos, especialmente en el ámbito educativo. La investigación ha destacado consistentemente cómo factores como el diseño adecuado de espacios, la iluminación efectiva, la inclusión de elementos naturales y la disposición funcional del mobiliario no solo influyen en la calidad del aprendizaje, sino que también impacta directamente en el bienestar emocional y el rendimiento académico de los estudiantes. 

Un entorno educativo bien diseñado no solo facilita la absorción de conocimientos, sino que también fomenta actitudes positivas hacia el aprendizaje y contribuye al desarrollo de habilidades socioemocionales fundamentales. 

 

Sara Gabriela Blanco Velasco

Practicante de psicología en ASCOFAPSI

 

Referencias

Mokhtar, F., Jiménez, M., Heppell, S., & Segovia, N. (2016). Creando espacios de aprendizaje con los alumnos para el tercer milenio. Bordón: revista de pedagogía.

Páramo, P., & Burbano, A. (2020). El tercer maestro: la dimensión espacial del ambiente educativo y su influencia sobre el aprendizaje. Universidad Pedagógica Nacional.

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