¿Por qué nos gusta ver películas de terror?

¿Por qué nos gusta ver películas de terror?

Es tal vez un poco contradictorio que a muchas personas les guste las películas de terror cuando, a pesar de que generan emociones negativas, como el miedo, sobresaltos y les eleve su ritmo cardíaco, al mismo tiempo produce una sensación de placer que hace que las disfruten cada vez que las ven. Sin embargo, otras personas prefieren evitarlas ya que, a pesar de no ser reales, les desata emociones negativas tan intensas que no se convierten en una preferencia.

Al centrarnos en la paradoja de las películas de terror en la cual se siente miedo, pánico, disgusto, preocupación, sudoración, donde la persona se cubre los ojos pero quiere seguir mirando, entrevé la escena, pero también quiere que se termine, se puede explicar el gusto por este género desde varias perspectivas, una de estas es plasmada por el filósofo Carroll (1990) donde expone que lo que llama la atención de estas películas es el modo en que violan las normas de la sociedad ya que raramente se ven esas violaciones en la vida cotidiana, lo que satisface la curiosidad de las personas.

Dolf Zillmann y Jennings Bryant, dos de los investigadores con mayor crédito en la Psicología de Medios, en su libro Los efectos de los medios de comunicación (1996) mencionan que a medida que incrementa el malestar y las emociones negativas durante las películas, mayor es la evaluación de disfrute y apreciación al finalizar la misma. Esto se debe al placer que se siente después de la exposición ante la película en su totalidad, es decir, que podemos experimentar un disfrute intenso solo a partir de un contraste.

También se puede explicar a partir de la “paradoja del drama” expuesta por Mark Packer en su artículo “Dissolving the paradox of tragedy” (1989) la cual consiste en el disfrute de la experiencia de visualizar contenidos que tienen propiedades que producen sentimientos negativos que la mayoría de personas busca evitar en la realidad, como shock, terror, lástima y tristeza. Las personas disfrutan el “placer de sufrir”: evalúan de forma positiva su experiencia estética negativa. De hecho se ha demostrado que el malestar empático vivido durante la exposición a una película dramática o trágica se asocia a una mejor evaluación o percepción de disfrute.

En la Teoría de la relatividad de Alexander Bain (1979), filósofo, psicólogo y pedagogo escocés, afirma que el cambio es necesario para sentir, es decir que el grado de sentimiento es proporcional al cambio; la brusquedad de la transición es un modo de mejorar el efecto.

De acuerdo al modelo de la desensibilización, la exposición repetida a contenidos de violencia (terror o de cualquier otro tipo) provoca un efecto de habituación afectiva tiene que ver con el aumento de la tolerancia hacia la violencia (o el terror), a la vez que disminuye la preocupación, empatía o sentimiento de compasión ante el sufrimiento de otras personas que pudieran ser víctimas de actos violentos, evidenciándose a medida que transcurre la película.

Finalmente, otra teoría que puede servir para explicar el disfrute del suspense (y el drama, en general) es la teoría de la transferencia de la excitación mencionada por Zillmann (1996) la cual expresa que la creciente excitación generada por estímulos negativos se convierte al final en diversión, esto debido a que los residuos de excitación causados por la angustia empática se mantienen durante todo el desenlace, lo que hará que se intensifique la satisfacción que provoca el final.

Para saber más:

https://youtu.be/XHnDWOqImPg

 

Laura Vanessa Gonzalez Acero

Practicante de psicología  en ASCOFAPSI

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