Cómo proteger a los niños contra la violencia física

Introducción

El castigo físico ha sido normalizado como una forma de corrección infantil. Sin embargo, esta práctica puede ocultar tratos maltratantes tanto físicos como verbales. Para abordar esta problemática, en 2021 el gobierno colombiano promulgó la Ley 2089, la cual prohíbe el castigo físico, los tratos crueles, humillantes o degradantes, y cualquier tipo de violencia como método de corrección contra niños, niñas y adolescentes (ICBF, 2021).
Definiciones clave según la Ley 2089 de 2021
De acuerdo con esta legislación, se definen los siguientes términos:

  • Castigo físico:

    cualquier acción que implique el uso de la fuerza física con el objetivo de causar dolor, sin constituir una conducta punible de maltrato o violencia intrafamiliar.

  • Tratos crueles, humillantes o degradantes:

    acciones que hieran la dignidad del niño, niña o adolescente, incluyendo menosprecio, denigración, estigmatización o amenazas de manera cruel.

Impacto del castigo físico en los niños

Según Red Papaz (2022), cuatro de cada cinco niños entre los 2 y los 14 años han sido sujetos de algún tipo de disciplina violenta en casa. Las investigaciones han demostrado que cualquier castigo corporal, incluso leve, puede escalar a formas más severas de violencia y maltrato. Además, estudios han evidenciado que el castigo físico puede generar respuestas de miedo y estrés tóxico en los niños, afectando negativamente su desarrollo cerebral y emocional. A largo plazo, aumenta el riesgo de trastornos de ansiedad, depresión y comportamientos agresivos, perpetuando así un ciclo de violencia intergeneracional.

Diferencias con la Ley 1098 de 2006

Existen diferencias entre la ley 2089, y la Ley 1098, el Código de Infancia y Adolescencia de 2006 (Ley 1098) protege a los niños contra acciones que causen daño físico, sexual o psicológico. Sin embargo, no prohibía explícitamente el castigo físico, permitiendo su justificación como una medida disciplinaria leve, por lo cual la Ley 2089 surge para cerrar esta brecha, estableciendo una prohibición total del castigo físico en cualquier forma.

Consecuencias del castigo físico en el desarrollo infantil

Las investigaciones han evidenciado efectos negativos del castigo físico en diferentes ámbitos del desarrollo infantil, afectando el bienestar emocional, cognitivo y social de los niños. Estudios han demostrado que el uso del castigo físico está asociado con alteraciones en el desarrollo cerebral, generando respuestas de miedo, estrés tóxico y dificultades en la autorregulación emocional. Además, se ha encontrado que los niños expuestos a estas prácticas tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de conducta, dificultades en el aprendizaje y relaciones interpersonales conflictivas. Estos efectos pueden extenderse hasta la adultez, aumentando la probabilidad de perpetuar ciclos de violencia y desarrollar problemas de salud mental (Petersen et al., 2014).

  • Desarrollo cognitivo:

    problemas en la atención, funcionamiento ejecutivo y rendimiento académico.

  • Regulación emocional:

    dificultades en la gestión de emociones y mayor riesgo de trastornos de ansiedad y depresión.

  • Relaciones interpersonales:

    problemas de socialización, mayores niveles de agresión y dificultades en la creación de vínculos seguros.

  • Consecuencias a largo plazo:

    mayor propensión a desarrollar conductas delictivas, abuso de sustancias y trastornos de personalidad.

Estrategias para proteger a los niños contra la violencia física
La CDC (2024) propone diversas estrategias para prevenir la violencia infantil:

  • Crear entornos seguros, estables y enriquecedores
    • Proteger a los niños de ambientes violentos o negligentes.
    • Brindar estabilidad y previsibilidad en sus entornos familiares y educativos.
    • Garantizar el cumplimiento de sus necesidades físicas, emocionales y de desarrollo.
  • Intervención de padres y cuidadores
    • Establecer rutinas y dedicar tiempo diario para interactuar con los niños.
    • Validar sus emociones y proporcionar apoyo emocional.
    • Buscar capacitaciones en crianza respetuosa.
    • Solicitar apoyo en momentos de dificultad.
  • Participación comunitaria y social
    • Organizar redes de apoyo entre familias.
    • Fomentar políticas laborales que beneficien a las familias.
    • Ofrecer espacios seguros para el desarrollo infantil.
    • Ampliar el acceso a programas educativos y de crianza positiva.

Conclusión

Proteger a los niños de la violencia física requiere un esfuerzo conjunto de la sociedad. Es fundamental promover un cambio cultural que permita desnormalizar el castigo físico como método de crianza y fomentar prácticas basadas en el respeto, el afecto y el desarrollo integral de la infancia. Para ello, es crucial educar a los padres y cuidadores sobre alternativas de disciplina positiva, concienciar sobre los efectos perjudiciales de la violencia en el desarrollo infantil y garantizar el acceso a programas de formación en crianza respetuosa. Solo a través de un compromiso colectivo será posible construir entornos seguros y libres de violencia para las nuevas generaciones.

Referencias

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